TAETÓN y EOLO remontaban el curso del río para visitar
las antiguas "ferrerías".
Allí era donde los maestros herreros
habían batido durante generaciones
habían batido durante generaciones
- a golpe de martillo contra
yunque -
las láminas de ígneo cobre hasta darlas forma de caldero, balde,
cazuela, olla ú otro tipo de utensilio
doméstico sin olvidar, claro,
"las piezas de adorno"
como
así consideraban a collares, broches, fíbulas,
ajorcas, pendientes, hebillas y pulseras.
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