- Cascada de GUJULI -
Aquella noche la pasaron al cobijo de una
amplía cueva en las cercanías de Peña
Gorbeia.
Al día siguiente, cuándo reemprendieron la
marcha, Taeton pudo observar claramente durante el día "la presencia de la Divina Marï " en su manifestación de "esfera de luz".
Se la podía divisar entre
las verdes hojas de las copas de los árboles más altos.
La luz que emitía era muy parecida a la del
sol por lo qué a veces a Taeton le parecía estar "viendo dos SOLES en el cielo" ...
Había veces que "las dos
RUEDAS de luz" se superponían una sobre otra.
El movimiento circular de la
"esfera" de Marï - según se desplazaba en el aire sirviendo de
"guía" a Taeton y Lobo - producía un curioso "efecto
visual" que resemblaba "al sol
GIRANDO sobre sí mismo".
TAETON estaba encantado
con tal providencial ayuda.
Ese día, entre los troncos y ramas de los
árboles, pudo observar también a grupos de alces, ciervos y corzos que
retozaban felices entre los tiernos brotes de hierba que les ofrecía el suelo
del bosque.
Horas después, a la caída de la tarde, y
entre las hierbas de la ribera del Río
Nervion, pudieron ver simpáticas familias de armiños, visones, nutrías y
martas que secaban sus lustrosas pieles remoloneando bajo las tibias caricias
de los rayos del sol poniente.
Al mediodía se habían parado un rato en el Valle ZUIA para poder ver de cerca el espectacular
salto de agua que forma la "Cascada de Gujuli".
Es
en ese punto dónde, reunidas todas las aguas de los
arroyos que recorren la inclinada meseta, vierten
juntas su cristalino caudal y saltando alegremente todas al tiempo, caen
decididamente - cuál hábiles trapecistas -
sobre el Río
Altube que amorosamente las espera abajo para recogerlas entre sus
brazos.
Esa noche se detuvieron para descansar en "Campo Zaraobe" junto a los
musgosos bancos de piedra de "Kexaa-Quejana"
dónde tiempo atrás se reunían alcaldes, escuderos, fijosdalgos, merinos,
hombres buenos, vecinos, hermandades, cofradías y universidades de la "Tierra de Aïala" para
celebrar sus Juntas Generales.
Antes de quedarse dormido, TAETON pudo
contemplar de nuevo las "incombustibles llamas" de la milagrosa bola
de fuego flotando lentamente hasta quedarse posada sobre la Peña Etxaurren en lo más alto del Monte Perigaña.
Otros tres días más tuvieron que emplear para
recorrer la distancia que todavía les separaba de su destino.
Vadearon las hoces de numerosos ríos;
recorrieron valles y atravesaron bosques de alisos, castaños y abedules. Se cruzaron con abubillas y cigüeñas blancas.
Charlaron con unos urogallos. Bordearon
vertiginosos tajos. Recorrieron estrechos desfiladeros y pasearon por plácidos
senderos.. Treparon por escarpadas laderas y fueron dejando atrás
impresionantes formaciones cársticas.
Incluso tuvieron la suerte de contemplar de
cerca de la mística "EDELWEISS",
misteriosa flor de pétalos blancos como la nieve que solamente crece en los
lugares más altos e inaccesibles de las cumbres nevadas.
- Así pues, no es de extrañar - comentó
Lobo a Taeton - que la pureza de la "Edelweiss" sea usada como
símbolo de fortaleza,
adaptación y triunfo.
Era ya el sexto día de viaje cuándo por fin
empezaron a dejar cada vez más atrás las imponentes moles pétreas de las montañas.
Las fuertes líneas de inclinación
de las laderas se iban poco a poco suavizando.
Tampoco las montañas
estaban ya unas tan junto a las otras.
Los valles iban haciéndose
más anchos y dejaban ver las praderías y las majadas.
Caseríos
y entrañables cabañas - que servían de refugio estacional a los numerosos pastores
- también empezaban a dejarse ver aquí y
allá.
Sobrepasaron Lasía y Trueba,
cruzaron el "Portillo de la Lunada ", divisaron
"Pico Valnera" con sus 1.707 metros de altitud y desde lo alto del "Mirador de Covalrruyo"
empezaron a descender hacía el fondo del valle pudiendo contemplar a sus píes
la impresionante panorámica de las tierras que - regadas por seis ramales de agua - conformaban la grandiosa Vega del Río Pas.
Con los
últimos rayos de sol de la tarde se adentraron en una espesa arboleda.
Una ligera niebla de suaves
tonos verdes envolvía con su misterioso manto el Bosque de Hayas
confiriéndole un aspecto extrañamente melancólico.
Mágicos parecían también los nenúfares blancos que navegaban -
sosegadamente sobre los verdes flotadores de sus grandes hojas - sobre la tranquila
laguna que se formaba en el remanso de un arroyo.
Cuándo pararon para pernoctar, TAETON no
tardó en quedarse "dormido como una piedra" exhausto como se encontraba después de tan
arduo viaje.
A la mañana
siguiente extraños sonidos le despertaron.
Medio en sueños había creído escuchar algo
que podría parecerse al ruido producido por una orquesta de músicos haciendo
sonar multitud de ruidosos oboes y desafinados clarinetes.
Cuándo, todavía aturdido, abrió los ojos
necesito unos instantes para cerciorarse de que el extraño ruido no pertenecía
al mundo de los sueños, sino que era real.
Alzó los ojos, para ver de dónde procedía
el ruido, y pudo ver sobre su cabeza a familias de majestuosos Cisnes Nórdicos
que, como cada mañana, venían a lavar y acicalar - en las azulinas aguas
de la laguna - las sedosas plumas que cubrían el elegante diseño de sus
bellos cuerpos.
Todos ellos eran muy ruidosos y formaban
una gran algarabía mientras se acicalaban zambulléndose en el agua.
Taeton pudo ver cisnes absolutamente blancos y cisnes totalmente negros.
Aquellos que tenían las plumas blancas
tenían el
pico color naranja.
Los que lucían plumas negras mostraban un
pico de intenso tono
rojo-carmesí.
- ¡Que bonitos!!! - pensó Taeton - mientras
volvía a subirse al cuello de su fiel y protector compañero LOBO para seguir con su azaroso viaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.