Marquesina - Easy ENGLISH - 50 CLAVES

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Easy ENGLISH - conexión

* FAIRY Holiday * in the OLD times...

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TITANIA y OBERON (Sueño en la NOCHE del SOLsticio de Verano)

Marquesina * Easy SPANISH - 50 clues - Grammar *

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Conexión - SPANISH - 50 CLUES

LERMA * Villa Ducal

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* TERAPIAS Naturales * ISBN 978-84-939373-5-5

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"TÚ mism@ puedes SER tu guía" * (Libro 2º) Depósito Legal:- VA-789-2016

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martes, 28 de mayo de 2013

TAETON se despide de CITEREA...

Las cuatro semanas siguientes al uno de mayo, pasaron velozmente ocupados en atender a los pequeños polluelos que apenas salidos del cascarón ya empezaban a piar y piar reclamando comida.

Golondrinas, aviones y vencejos iban y venían sin cesar buscando presurosamente avituallamiento para sus exigentes crías.

Un día a primeros de junio, mientras comían, Taeton les comunicó que en unos días tenía pensado marcharse pues tenía la intención de viajar hasta el Monte Anboto en el País de los Baskones pues su tía Cloelia - hermana de su padre - le había invitado a pasar con ella y su familia la noche conocida como la de "San Juan" que era cuándo celebraban el Solsticio de Verano.

Citerea tuvo que levantarse de la mesa murmurando una excusa para evitar que los demás viesen las lágrimas que, contra su voluntad, brotaban de sus ojos por más esfuerzos que hiciese para retenerlas.

Toda la tarde la pasó dentro de su habitación alegando "un terrible dolor de cabeza". Tampoco tenía ánimos para levantarse a cenar, así que se quedó dormida tras haberse tomado una infusión calentita de hojas de mejorana, salvia y mímulo que su experta mamá la llevó a la cama.

Al día siguiente despertó apática y melancólica. Mientras se vestía consideró que con tal estado de ánimo, ella iba a sentirse mal e iba a hacer sentir mal a los demás.  Eso sería "egoísta" por su parte.

Triste se sentía, éso era patente, pero tenía muy claro que lo que más la importaba era que "Taeton se llevase una buena impresión de ella". Ya no solamente como chica simpática y divertida sino también como chica valiente y noble.

Cuándo se sentó a desayunar, con su tazón de humeante de chocolate delante de ella, una amplía y sincera sonrisa iluminaba toda su cara.

Se dio cuenta que una vez hecho "el primer esfuerzo" de sinceramente desear "estar bien", el siguiente paso era más fácil y el siguiente "más fácil aún".

Decidió una vez más, aprovechar al máximo las horas que le quedaban de estar en compañía de Taeton. Si felices habían sido los días anteriores, los que restaban serían más estupendos aún.

Esa misma tarde, después de comer, invitó a Taeton a dirigirse con ella en dirección este, camino de las "Covas - Rubias" ancladas en las proximidades de los Montes de Oca. Agarrados a las plumas del cuello de una OCA emprendieron el vuelo.

Las gentes que habitaban las "covas-rubias" eran conocidos como "Los Racheles".

La palabra "rachel", explicó Citerea a Taeton, provenía de una antigua expresión utilizada por los primeros pobladores de la zona.

Implicaba un significado de "brillante - bello - bonito".

Se dirigían hacía allí porque iban a visitar al pueblo de las Águilas Reales que también habitaban en las cercanías.

La gente menuda del Valle de Lara se servía de ellas como "vehículo" cuando necesitaban desplazarse a largas distancias.

Ya próximos al lugar, el sol poniente reavivaba con sus rayos bermejos el ya de por si deslumbrante color rojo–fuego de la tierra que conformaba el magnético paisaje de las "covas"  (= cuevas) "rubias"  (= dorado - rojizo - rubio).

El recibimiento de las Águilas Reales a Taeton y Citerea fue magnánimo, demostrando una vez más ser unos magníficos anfitriones dignos de la noble fama que les caracteriza y precede.

Aquella noche ultimaron los detalles y al día siguiente, Citerea y Taeton, suspendidos en pequeños arneses - colocados a ambos lados del cuello del Águila - volaron en dirección oeste hacia la Peña de LARA.


Desde lo alto pudieron ver un exótico paraje.

Era una especie de mausoleo antiguo construido por un rey castellano a la memoria de su esposa escandinava; una princesa del lejano reino de Avalon situado en la legendaria  Isla de Thule muy al norte y ya casi cerca del POLO. 


La princesa había muerto muy joven.

Su esposo la dedicó un parque diseñado en forma CÍRCULAR y dividido en cuatro partes iguales.

En el centro del jardín, una colina. Encima de la colina, una estatua de la rubia princesa escandinava con su pelo peinado en dos largas trenzas. Su nombre era CRISTINA.

Desde donde estaban Taeton y Citerea, el conjunto se veía como una gran cruz de brazos iguales rodeada por un círculo.  Å

Rosas blancas y acebo rojo enmarcaban los espacios.


Al llegar delante de la casa de Citerea, Águila Real detuvo suavemente su vuelo para que tanto Taetón como ella pudieran descender hasta el suelo.

En la puerta de la casa estaba toda la familia esperando para despedirse de Taeton que seguiría de inmediato rumbo Nor-Este.

Después de besos y abrazos a toda la familia, TAETON se acercó a CITEREA y tomando suavemente las manos de ella entre las suyas, depositó un cálido y dulce beso sobre su frente mientras muy bajito le decía:       



 * NUNCA te OLVIDARÉ *


miércoles, 1 de mayo de 2013

* 1 de MAYO en Peña LARA *

Y por fin, el 1 de MAYO amaneció radiante.

Un deslumbrante sol, desde lo alto de la cúpula azul del cielo, derramaba sus rayos paternales sobre el valle. De este modo se unía participando de la alegría y felicidad de las criaturas terrestres.

A las 12 del mediodía, toda la Gente Menuda del Valle de Lara se encontraba ya congregada en el claro del Bosque de Robles. Como vivían muy distanciados unos de otros, las "Fiestas de la Rosalía" eran una ocasión excelente para reencontrarse con los viejos amigos y para entablar nuevas amistades.

Sin embargo, Citerea ese año no tenía interés alguno en conocer a nadie nuevo. Encandilada como estaba con su primo Taeton no dejaba de mirarle ni un momento, aunque fuese de reojo para que nadie se diese cuenta. ¡Uf! ¡Se sentía tan feliz!!!... Cuándo después de la comida campestre, con postre de trufas, se fueron a descansar al píe de un viejo roble, Citerea miró al cielo e imaginó que ella y Taeton se montaban en una algodonosa y simpática nube que les transportaba a tierras lejanas.

Así tranquilamente se quedó sumida en sus dulces sueños.

Cuándo se despertó, el astro rey se retiraba ya a descansar después de un día feliz y entretenido. 

Tan pronto como el último rayo de sol desapareció - como un brillante punto de luz verde - en el horizonte, todos los gusanos de luz, cientos y miles de ellos repartidos entre los troncos y ramas de los árboles, encendieron sus luces iluminando a todos los congregados con sus rutilantes destellos verdes y dorados.

Las llamas de las numerosas HOGUERAS formaban tres CÍRCULOS concéntricos sobre el claro del bosque. La orquesta "Kri - Kri" con un potente redoble de tambor, seguido del alegre sonido de sus instrumentos de metal, dio la señal para que empezase el baile. En ese momento, como tocados por un mágico resorte, parejas y más parejas de danzarines se pusieron a bailar. Como en sueños, Citerea, se sintió agarrada a la mano de Taeton que tiraba de ella en dirección al centro del círculo situado en la explanada.

Toda la noche pasó como en un sueño. No se cansaba de bailar y bailar con Taeton mientras contemplaba embelesada la carita de su primo con sus rebeldes rizos rubios cayéndole sobre la frente y su amplia sonrisa que dejaba ver sus blancos dientes perfectamente alineados. Citerea vivía cada momento como si fuese el último de su vida. Aunque todavía muy joven, sabía por experiencia que "nunca una situación se repite dos veces".

Irremediablemente todo CAMBÍA. Nunca nada es "absolutamente igual".

Así que decidió aprovechar el momento y poner todos sus siete sentidos al máximo de actividad para que siempre, siempre, en el futuro, pasara lo que pasara, siempre guardase en lo más profundo de su corazón "el más vívido recuerdo de aquellos felices e irrepetibles momentos".

Ya era muy tarde cuándo toda la familia se dispuso a regresar a casa montados en un carrito del que tiraban unas simpáticas Libélulas que gentilmente se ofrecieron a llevarlos ya que todas ellas eran un grupo de hermanas que vivían precisamente en la charca de agua que se formaba muy cerca de la vivienda de los padres de Citerea.

Se acomodaron todos en los asientos del carruaje y las Hermanas Libélulas emprendieron su grácil vuelo. Apoyando Citerea su sien contra el hombro de Taeton empezaron a surcar el espacio y juntos volaron por encima de las copas de los árboles hasta aterrizar justo delante de la puerta de su casa.

El grupo se disolvió despidiéndose cordialmente unos de otros y deseándose mutuamente
"Buenas Noches". - ¡Ah! ¡Otra vez en casa! - suspiró Citerea. Despidiéndose con un beso de su familia, Citerea se fue a su habitación.

No hubiera deseado quedarse dormida aquella noche para seguir "rumiando todas su felicidad" pero el travieso dios "Morfeo" la venció sumiéndola en un plácido sueño reparador que bien necesitaba.