Con la
llegada de la PRIMAVERA
todo se había puesto en movimiento.
En casa de Citerea, al igual que en todas
las casas del valle, había una gran actividad.
Era el momento de abrir todas las ventanas
para que el todavía tímido sol primaveral entrase por ellas disipando las
sombras melancólicas del invierno. Todos participaban en la "limpieza general"
de todo.
Cortinas y visillos se descolgaban de lo
alto de la pared para ser lavados junto con las colchas y las sábanas. Luego se
tendían sobre la hierba del pequeño jardín para que el sol los secase y tostase
bien con el fin de evitar los graves enfriamientos que se originaban por vestir
o dormir con ropa húmeda.
Se quitaba el polvo de los muebles y se
limpiaban todos los cristales. Los hombres reparaban las averías ocasionadas
por el viento o por el hielo sobre la madera de los tejados, puertas, ventanas, el granero o la valla del jardín.
Al igual que cada año con la llegada de la
primavera, la "Gente
Menuda" ("Little
People" les llama la gente inglesa) se sentía feliz, eufórica y
con ganas de hacer muchas cosas pero
para Citerea además aquella primavera tenía además "algo especial".
Tres días antes "HALCÓN" había llegado al
valle, procedente de las Tierras del Norte.
Halcón era el mensajero encargado de traer
y llevar noticias entre los pobladores del Lago Enol y los del Valle de Lara.
Era algo así como un "cartero privado".
Esta vez, atado a una de sus patas, traía
un mensaje para la familia de Citerea.
Estaba escrito por tía ERIGONA
- hermana de su madre - que textualmente decía:
"Querida hermana Pentesilea. Este mensaje es para
informarte de la próxima visita que en breve os hará mi hijo TAETON. Ha crecido mucho en estos
últimos meses y se ha hecho un chico mayor. Me ha pedido permiso para iros a
visitar.
Está muy ilusionado con la idea
de conocer vuestro valle y al mismo tiempo pasar con vosotros el 1 de Mayo para celebrar las fiestas de "LA ROSALIA " que tan espléndidamente
preparáis. Es un chico inquieto e imaginativo pero con buen corazón. No os
causará problemas y os hará reír con sus ocurrencias y buen humor. Viaja a
lomos de su amigo Oso PÁRDO. Un abrazo y besos
de Erigona".
Cuándo en la sobremesa, la mamá de Citerea leyó en voz alta, para
toda la familia, el mensaje que la enviaba su hermana desde el País de los
Astyres, Citerea notó que el corazón la golpeaba fuertemente dentro
del pecho y que un inusitado calor enrojecía sus mejillas poniéndolas al rojo
vivo.
- ¡Que sensación más extraña! - pensó.
Menos mal que nadie la miraba a ella, entretenidos como estaban todos siguiendo
emocionados el contenido del mensaje.
Después de comer salió al jardín y, como
todas las tardes, se sentó al píe de su árbol favorito que hacía las veces de
su "confidente". Su papá le había plantado justo el día en que
había nacido Citerea así que ambos habían ido creciendo a la par como si
"hermanos gemelos" hubiesen sido.
Era su amigo El Almendro
que ya - como cada primavera - lucía con esplendor sus ramas cuajadas de
delicadas flores blancas cuál si cientos de
mariposas albinas se hubiesen posado todas a la vez sobre él para así
adornarlo.
- ¿Sabes, Hermano Almendro que viene mi
primo Taeton? - le susurró Citerea.
“Almendro” inclinó una de sus ramas sobre
el rostro de Citerea para así hacerla saber que la escuchaba atentamente.
- ¡Nunca nos
hemos visto!. ¿Cómo será? ....
La distancia que les separaba era casi de 400 kilómetros . El
viaje era arriesgado, ya fuese como hacían los astyres "a lomos de un
oso", ya fuese como hacían "la gente menuda" de su propio Valle
de Lara que, como medio de locomoción, utilizaban la gentil ayuda de las “Águilas Reales” que habitaban en las Covas-Rubias
situadas hacia el este.
El caso era que iba a llegar pronto y una
desconocida pero dulce emoción, mezcla de curiosidad y timidez, embargaba el
corazón de la pequeña Citerea. A Taetón solamente le había visto en fotos pero
siempre le había parecido guapo y simpático.
- ¿Cómo sería en la realidad? ... y ella,
¿le gustaría a él??? ... Quizás él ya tenía su chica favorita allí dónde él
vivía ? ...
Citerea por su parte tenía muchos amigos y
amigas con los que jugaba y hacía frecuentes excursiones por el campo. Había
sobre todo un chico que siempre hacía por estar a su lado. Se llamaba Albión. Solía regalarla ramitos de flores hechos con
amapolas, margaritas y malvas. Incluso una vez la había defendido de un chico
mayor que intentaba asustarla cerrándola el paso. Albión que lo vio, arreó una
patada con todas sus fuerzas al chico grande y agarrando a Citerea de la mano
salieron pitando en dirección contraria.
Tan ensimismada se encontraba Citerea en
sus divagaciones que ni siquiera escuchó los pasos de su mamá que se acercaba.
Así cuándo escuchó de repente la voz de su madre diciéndola:
- Citerea, ¿puedes venir a ayudarme?...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.