Ya había pasado el mediodía y era hora de
comer así que todo el grupo se dirigió jubilosamente hacia la casa mientras
EOLO iba presentando a Taeton al nutrido grupo de amigos y vecinos que se
habían reunido para festejar la llegada de Taeton a sus lares.
Entraron en
el interior de la palloza.
Del techo colgaban ramos
secos de camomila, orégano, tomillo y otras hierbas. Ristras de ajos y rojas
guindillas pendían entre las maderas de las vigas. Diversos tipos de calabaza con originales
formas y diseños adornaban la estancia. Un
viejo candil mostraba su blanca mecha impregnada de aceite.
Todos se sentaron en el banco
de madera construido a todo lo largo de la pared circular - el cuál de día
hacía las veces de asiento y de noche servía de lecho.
Luego, comenzando por los más
ancianos, empezaron a distribuir entre todos los concurrentes pan hecho de
harina de bellotas molidas acompañado de tiernos quesos de cabra de diferentes
formas y sabores.
Un agradable olor se desprendía de las
mazorcas de maíz y de las patatas que se estaban asando sobre las brasas del
fuego situado en el centro de la estancia. Para que las brasas no causaran
percances éstas habían sido previsoramente rodeadas por piedras formando "un
círculo" en el centro de la vivienda.
A Taeton "se le hacia la boca agua" saboreando por
adelantado el inmenso placer de volver a comer maíz asado bien untado de rica
mantequilla ... ¡Um ..! ¡Le encantaba! ...
Asimismo, de unos a otros, hacían circular
en derredor el cuenco de madera lleno de su bebida más tradicional - "el zythos" - especie
de cerveza obtenida de cebada fermentada.
Por la tarde, después de una corta siesta,
Eolo y sus amigos llevaron a Taeton a hacer una excursión por los alrededores
con el fin de que fuese acostumbrándose a su nuevo entorno.
Los días
pasaron y con ellos las semanas.
Taeton y
Eolo pasaban los días disfrutando a tope.
Por supuesto, ya no había como antaño
vacas, caballos, patos, pavos, gallinas
o ninguna clase de animal domestico
para cuidar y atender.
Tampoco existían ya muchos
animales
libres en la naturaleza.
Bisontes, elefantes y mamúts
habían dejado de vivir allí desde el
Periodo Glaciar.
- "Los primeros" habían sido recluidos en "siniestras granjas",
en donde con 24 horas de luz diarias, les explotaban engordándoles
- hasta límites insospechados -
a base de inyectarlos extrañas hormonas y genes.
Luego " servían de comida " para los humanos.
- "Los segundos " a no ser que
se les pudiese arrancar algún "TROFEO"
- como era el caso de los colmillos
de elefantes o rinocerontes; la piel
de los armiños; los cuernos y la
testuz de ciervos, alces, bisontes ... o ¿por qué no? ... ¡la cabeza entera de un león, una pantera o un toro !!! - eran exterminados cruel e indiscriminadamente por los
humanos.
En sus largos paseos, Eolo y Taeton, se
acercaban hasta el Viejo Molino
situado al borde del río que tiempos atrás su rico caudal había servido para
moler los cereales que abundantemente crecían en el valle.
Allí también
había sido posible pescar cangrejos,
truchas y salmones. Ya no.
Ahora solamente un hilillo de agua verdi-negra corría
por el fondo del cauce del río que
antiguamente se había deslizado dicharachero mientras cantaba feliz moliendo -
hasta hacer harina - los granos de trigo uno tras otro.
Ahora todo parecía seco,
putrefacto y lleno de deshechos y basuras
no-degradables.
Remontando el
curso del río visitaban las antiguas "ferrerías".
Allí era donde los maestros herreros habían batido - a golpe de martillo contra
yunque - las láminas de ígneo cobre hasta darlas forma de caldero, balde,
cazuela, olla ú otro tipo de utensilio
doméstico sin olvidar, claro, "las piezas de adorno" como
así consideraban a collares, broches, fíbulas,
ajorcas, pendientes, hebillas y pulseras.
Durante sus largas y entretenidas
conversaciones, Eolo hizo aprender de memoria a Taeton varios de los versos que
componían las típicas canciones conocidas como "Las Marzas".
Las cantaban los mozos por las calles del
pueblo la última noche del mes de febrero para despedir los últimos vientos
fríos de "Febrerillo
el Loco" y dar la bienvenida al mes de marzo y su anual promesa
primaveral.
También componían versos especiales para
celebrar las fiestas de la noche del 30 de abril al 1 de mayo. Ese era el
momento de cantar las alegres "MAYAS" alrededor
del árbol situado en el centro de la plaza del pueblo.
Taeton por su parte les relataba hechos de
su vida a orillas del Lago ENOL
asicomo todo lo
que había visto y aprendido durante su estancia primaveral en Peña LARA
y durante la estival en Monte ANBOTO...
y durante la estival en Monte ANBOTO...
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