TAETON comprendió que debía volver a casa con sus padres sin más tardanza.
Como despedida - Eolo y sus padres - decidieron organizar un viaje a la costa, así Taeton también conocería el mar y a alguna de sus criaturas. El trayecto lo harían a lomos de la familia "JABALÍ". Esta criatura era el "animal totémico" protector del clan como también así lo era de la Familia Andrade en GALICIA.
En su viaje hacia el mar, se detuvieron unas horas para visitar las Cuevas de ALTA - MIRA.
Cuándo por fin llegaron a la playa de fina arena dorada, Taeton tuvo la oportunidad de conocer personalmente a "LANTARON" - el rey del mar - que se encontraba rodeado de toda su corte de tritones, hipocampos y sirenas.
Asimismo, Taeton pudo observar y divertirse de lo lindo con "Los Ventolines".
Eran geniecillos alados - de carita redonda como los "querubines" - que a la puesta del sol descendían de su morada en las nubes para ayudar a llegar a buen puerto a los ya cansados viejos marineros.
Los ágiles y traviesos "Espumeros", por su parte, saltaban y se movían a gran velocidad cabalgando sobre las crestas más altas de las olas.
El día fue bonito y divertido pero
- cuándo se retiraron todos para descansar -
Taeton estaba triste.
Al día siguiente todos volvieron a reunirse en la playa. Allí se despidió TAETON de su amigo Eolo. Abrazó fuertemente a Zinosura y Xilenio y sin más, montó a lomos de Don Jabalí.
No podía permanecer ni un momento más allí. Un fuerte "nudo" en la garganta le dificultaba la respiración. Por otra parte, gruesos lagrimones desbordaron sus empañados ojos y empezaron a rodar por sus mejillas.
No quería llorar pero al mismo tiempo era incapaz de retener las lágrimas. De repente se sintió terriblemente solo y triste.
- ¡Tengo que ser fuerte y valiente!
- se dijo a si mismo Taeton irguiendo la cabeza.
De un rápido manotazo se limpió, como mejor pudo, ojos y cara y con mano firme, resueltamente puso rumbo hacia el punto geográfico en donde cada noche va a dormir el sol, es decir, hacia "La Casa del Sol Poniente".
Y así, tarareando entre dientes la antigua canción, fue alejándose poco a poco entre las dunas de la playa, dejando a su espalda la costa salpicada de islotes y escolleras … … …
Cuándo por última vez echo un vistazo hacia atrás, le pareció vislumbrar una bella sirena que, sentada sobre una roca, agitaba su frágil mano diciéndole ...
HASTA SIEMPRE ¡ ! ! ***